El Pico Turquino, la elevación más alta de Cuba con mil 974 metros sobre el nivel del mar, constituye uno de los parajes de mayor hermosura de la región oriental de la Isla. Subir a su altura máxima es encontrarse un mundo de ensueño, donde las nubes acarician los rostros, y el aire penetra en los pulmones con exagerada dulzura, amoroso y frío.
La dominante elevación, que guarda innumerables tesoros históricos, está situada en el centro de la Sierra Maestra, la mayor cordillera cubana, donde se libró por el Ejército Rebelde bajo el mando del Comandante Fidel Castro, la última y definitiva batalla por la independencia nacional, el 1 de enero de 1959.
Miles y miles de pisadas juveniles de cubanos y amigos extranjeros han quedado grabados en el suelo montañoso. En los años 60, esforzados muchachas y muchachos subieron, bajaron cinco veces la famosa cumbre, como prueba de reafirmación política y revolucionaria. A ellos se les bautizó como Los Cinco Picos.
En la corona del monte hay una efigie de José Martí, colocada en el lugar en 1953 por quien después se convirtiera en una de las heroínas de la lucha de liberación en la Isla, Celia Sánchez Manduley, y su padre, precisamente cuando se cumplía el centenario del nacimiento del Apóstol de Cuba (1853-1895).
El 26 de julio de ese año, Fidel y un grupo de jóvenes revolucionarios atacaron en el oriente del país, los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, para no dejar morir al Apóstol en el año de su centenario, según el alegato de defensa conocido como La Historia me absolverá.
El busto, obra de la escultora Gilda Madera, tiene en su base el pensamiento martiano: Escasos como los montes son los hombres que saben mirar desde ellos y sienten con entraña de nación o de humanidad.
Al Pico Turquino, cuyo escenario comprende 17 mil 540 hectáreas de ríos, bosques, valles y cumbres devenido Parque Natural, se accede por dos lugares típicos: desde el territorio de la provincia de Santiago de Cuba, considerado el más difícil, y por la provincia de Granma.
Según datos históricos, el primer escalamiento a la alta montaña oriental ocurrió en 1915. El geógrafo flamenco Gerardo Kramer lo bautizó como “Tarquino, a fines del siglo XVI, pero se desconoce si alguna vez intentó alcanzar su cima.
En la actualidad, los habitantes de la zona, aquellos cuyos padres ayudaron al Ejército Rebelde y sus hijos, disfrutan de determinadas condiciones de existencia, increíbles para quienes vivieron en aquel sitio una existencia de miserias y necesidades.
Médicos, dentistas, maestros, salas de video, mercados, carreteras. Todas las posibilidades del mundo moderno al alcance de cubanas y cubanos que tienen en la Sierra Maestra, y en su punto más alto, el Turquino, una vida de historia y de ensoñaciones, entre nubes y el aire puro, tan cerca del cielo.